El toreo es un oficio de entrega total, donde cada paso adelante cuesta sacrificios y cada triunfo es solo un peldaño más en un camino incierto. No todos los que lo intentan logran dejar huella, pero de vez en cuando aparece alguien con la verdad suficiente para emocionar. Jarocho es uno de esos nombres llamados a perdurar.
Roberto Martín, conocido en los carteles como Jarocho, lleva el toreo en la sangre. Hijo y nieto de toreros de plata, creció rodeado de pasión y respeto por esta profesión. Su formación comenzó en la Escuela de Tauromaquia de Salamanca y más tarde en la de José Cubero "Yiyo", donde fue puliendo su concepto. Desde que debutó sin picadores en 2021, su trayectoria ha sido una suma de desafíos y aprendizajes. Su esfuerzo le llevó a proclamarse triunfador del Circuito de Novilladas de Madrid en 2024, pero fue el 21 de mayo, en la plaza más exigente del mundo, cuando todo cambió para él.
Aquella tarde en Las Ventas, ante un novillo de Fuente Ymbro, su toreo tuvo el sello de los elegidos: naturales profundos, emoción y verdad. La plaza se entregó, y él salió en volandas por la Puerta Grande. Un hito que marca la vida de cualquier torero y que, en su caso, confirmó que su camino iba en la dirección correcta.
Pocos meses después, llegó su alternativa en Palencia, con tres orejas que rubricaron un año clave en su carrera. Pero el toreo es un camino que nunca se detiene. Por eso, en esta entrevista, hablo con Jarocho no solo de sus logros, sino también de los sacrificios, los miedos, la inspiración y los sueños que aún le quedan por cumplir.
El camino de un novillero y un torero está lleno de sacrificios y pruebas. ¿Cuál ha sido el momento más duro que has vivido en tu carrera hasta ahora?
No sabría decirte un momento exacto, pero sí he vivido momentos en los que no salen las cosas, momentos de desilusión, dolor… pero forman parte del camino y hacen que el toreo sea más bonito aún.
En el ruedo se mezclan la emoción, la técnica y la inspiración. ¿Cuánto hay de preparación y cuánto de improvisación en tu toreo?
Pienso que para que pueda surgir la improvisación delante de un toro, tiene que haber mucha preparación detrás. El conocer la técnica y tenerla depurada, permite olvidarte de todo y expresar lo que sale de dentro.
Cada torero tiene una forma distinta de sentir el toreo. ¿Cómo definirías tu concepto y qué buscas transmitir cuando te enfrentas a un toro?
Creo que tengo un concepto pasional, en el que intento buscar la pureza, la verdad, el clasicismo… Busco ser yo mismo y emocionarme, cuando consigo eso, es cuando empiezo a transmitir.
¿Hay alguna figura del toreo, pasada o presente, que haya marcado tu forma de entender esta profesión?
Gracias a muchos toreros, he empezado a sentir el toreo de una manera diferente, a cómo saber enfocar momentos difíciles, a entender cosas que antes no encontraba un significado… Admiro a muchos toreros y gracias a ello me sirve de aliento para el día a día seguir evolucionando.
Se dice que el miedo es parte esencial de la tauromaquia. ¿Cómo gestionas esa emoción antes de cada tarde importante?
La ilusión es lo que nos hace olvidarnos de ello y empezar a disfrutar. Lo paso muy mal, pero es un sentimiento que me alimenta, necesito sentirlo.
¿Qué sueños te quedan por cumplir dentro del toreo?
Muchos, el tener sueños me permite estar en una búsqueda constante. He podido cumplir muchos de los que tenía cuando era un niño, pero me queda todo el camino por recorrer y en mi mente se encuentran numerosos sueños que espero ir cumpliendo día a día.
¿Piensas que hay que ser torero dentro y fuera de la plaza? ¿Para serlo hay que parecerlo?
Uno tiene que ser torero las 24 horas del día y no dejar de pensar en el toro. Hasta para estar en la barra del bar hay que ser torero.
La carrera de un torero está llena de altibajos, de puertas que se abren y otras que se cierran. Cuando una oportunidad importante no llega en el momento esperado, ¿cómo se mantiene la motivación y la fe en que el camino seguirá avanzando?
Cuando no llega cuando creemos que era el momento, es porque realmente no lo era. El poner todo en manos de Dios, me ayuda a confiar en que todo sucede por algo y será para bien. Me ayuda mucho a no perder la ilusión en momentos difíciles.
No podría cerrar esta entrevista sin darle las gracias a Jarocho por su tiempo, su sinceridad y la cercanía con la que ha compartido sus vivencias conmigo. Ha sido un placer adentrarme en su forma de entender el toreo y recorrer junto a él los momentos clave de su carrera. Estoy seguro de que su camino aún nos regalará muchas páginas inolvidables. Desde aquí, le deseo todo el éxito del mundo y seguiré atento a su evolución, con la ilusión de volver a encontrarnos en el futuro para hablar de nuevos triunfos y sueños cumplidos.
Escrito por Álvaro Cabello