En la tauromaquia contemporánea, donde a menudo el brillo eclipsa la verdad, Rubén Sanz representa la rara coherencia del que torea no por estar, sino por ser. Natural de Soria, se ha forjado una trayectoria discreta pero dignísima, sustentada en el respeto al rito y la fidelidad a un concepto puro del arte de torear.
Tomó la alternativa el 27 de junio de 2009 en su plaza, con El Juli como padrino y Miguel Ángel Perera de testigo, frente a un encierro de Juan Pedro Domecq. Desde entonces, ha hilado su carrera con paciencia de orfebre, ajeno a las prisas del sistema, más pendiente de la emoción que de la estadística. A lo largo de los años ha sido, más que una figura del circuito, una referencia para los que saben mirar, un torero de culto.
De palabra serena y pensamiento firme, Rubén Sanz ha defendido una forma de entender el toreo que no se vende, que no se mide en contratos, sino en verdad. En esta conversación con El Volapié, habla del arte, de su camino, de las renuncias y las pequeñas victorias, y del peso —o privilegio— de ser de donde es.
¿Cómo ve Rubén Sanz la evolución del toreo en estos tiempos?
Bien en cuanto a la asistencia del público, pero me gustaría que no solo se viera como espectáculo y destreza si no darle importancia al sentimiento, a la mística, al respeto, al rito y a una forma de vivir.
Torea despacio, reunido y con intención pura. ¿Es esa lentitud una búsqueda consciente de belleza o una forma de expresión más profunda?
La belleza por belleza toreando no me interesa. Busco el sentimiento, el abandono, el dejarte ir por el vuelo detrás de la embestida del toro. Por supuesto que busco torear más despacio y más reunido y profundo cada día, pero porque es cuando verdaderamente te sientes.
Entre 2014 y 2020 no mató una corrida, pero perseveró entrenando a diario. ¿Qué le enseñaron esos años de espera sobre su vocación y fortaleza interior?
Me enseñaron que el toreo es mi vida, que vivir sin torear no merece la pena, que no se si conseguiré ser alguien en el toreo pero que yo sin ser torero no soy nada porque no sería yo.
Durante ocho años no toreó en Soria y su vuelta en 2022 fue emotiva. ¿Qué significó para usted regresar ante su gente y qué le transmitió la afición?
Fue una satisfacción personal, poder bríndalos el toro al maestro José Luis Palomar y poder expresar como siento el toreo con el toro de Los Maños y ver a la afición emocionada no se puede explicar con palabras.
Han pasado más de quince años desde su alternativa. ¿Qué balance hace Rubén Sanz de todo este tiempo, de luces y de sombras?
Aún no he conseguido ni torear como quiero ni el sitio que quiero en el toreo, pero si he conseguido ser la clase de torero que siempre he querido ser.
Aún no ha podido torear en Las Ventas. ¿Qué supone para usted confirmar la alternativa en Madrid y qué le impide dar ese paso?
Me lo impide que de momento no han visto a bien contar conmigo. Llevo muchos años intentando. Ahora mismo es una necesidad para poder seguir toreando y además es algo mío una necesidad mía de ver si soy capaz de expresarme en esa plaza, con esa afición y ver si mi forma de sentir le llega. Taurinamente necesito Madrid para seguir toreando e íntimamente necesito su aprobación.
¿Ha sentido en algún momento que el sistema no ha sido justo con usted? ¿O ha aprendido a no esperar nada más que del toro y de sí mismo?
El sistema si es que existe es injusto y punto. Para mí y para todos. Pero el toreo es lo más grande que hay y está por encima de todo,
¿Ha concebido alguna vez su vida fuera del toreo? Si no hubiera sido matador, ¿dónde habría canalizado esa necesidad de expresión artística que lo define?
No quiero ni imaginarme fuera del toreo, espero torear mientras viva, una vida se queda corta para alcanzar torear como sueño. No sé cómo hubiera podido hacerlo. Siento el toreo dentro de mí y cuando pienso que sería de mi sin poder sacarlo me atormenta. No entiendo mi vida sin el toreo.
¿Cree que, si hubiese nacido en Jerez o en Sevilla, su carrera habría tenido una mayor repercusión y eco mediático? ¿El peso de la geografía sigue marcando la diferencia en el toreo?
Nací en Soria, estoy orgulloso de mi ciudad y mi sentimiento y mi forma de ser se ha forjado aquí. Está bien así. Que me hubieran entendido más como torero… quizás, pero así he tenido mirar muchas veces dentro de mí y sé que mi toreo gustará más o menos pero que es auténtico porque es fiel a mi manera de sentir.
Desde El Volapié, agradezco profundamente su tiempo, su cercanía y, sobre todo, su firme compromiso con la verdad del toreo. Que nunca falten toreros que, como él, se mantengan fieles a su arte, aunque el mundo vaya deprisa.
Escrito por Álvaro Cabello