Natural de Las Navas del Marqués, Ávila, Sergio Rodríguez ha recorrido un camino pausado pero constante en la difícil senda del toreo. Formado desde niño entre capotes y muletas, y marcado por la influencia profunda del maestro José Tomás, ha ido moldeando un toreo personal.
Ganador de la prestigiosa Copa Chenel, un triunfo que debería abrir puertas y que, sin embargo, le deja hoy en la encrucijada del silencio y la espera. En esta entrevista, Sergio revela sin máscaras su visión del arte, la fe que lo sostiene y el temple que solo la disciplina y la paciencia forjan.
Un relato vivo de un torero auténtico que se abre al lector sin artificios, con la mirada firme y la esperanza intacta.
¿Recuerdas el momento exacto en que supiste que querías ser torero?
Pues fíjate que tengo momentos y recuerdos de cuando era muy pequeño, de coger un capote y una muleta. Pero no creo que haya habido un momento exacto en el que yo haya dicho: “Oye, ahora quiero ser torero”. Ha sido todo un proceso natural y, con el paso del tiempo, pues ahora mismo, echando la vista atrás, han ocurrido muchas cosas. Y gracias a Dios he cumplido muchos sueños, y hoy me encuentro aquí, mucho tiempo después de esas primeras veces, ya como matador de toros.
¿Qué figuras fueron tu norte en la infancia? ¿A quién veías con ojos de admiración?
Bueno, pues es cierto que en mi casa siempre se ha vivido mucho el ambiente del maestro José Tomás. Mi abuelo tenía mucha amistad con él, y la casa de mi abuelo estaba llena de fotos del maestro. Por lo tanto, ha sido el torero en el que más me he fijado, del que más vídeos he visto. Y creo que es al que más he admirado y al que admiraré siempre.
¿Qué papel juega la fe en tu vida como torero?
Pues te diría que, ahora mismo, en el momento en el que me encuentro, la fe para mí es primordial. Acabo de ganar la Copa Chenel y no tengo festejos por delante. Entonces, la fe es la que me mantiene vivo, la que me mantiene con ilusión, y la que hace que me levante todos los días a entrenar como si fuese a matar cincuenta corridas de toros. Así que, en mi situación actual, la fe es clave.
¿Qué te enseña el toro sobre ti mismo? ¿Qué parte de tu alma te revela?
Bueno, pues a mí, sobre todo, lo que me ha enseñado es a conocerme. A conocerme de forma transparente, como realmente soy. Y, sobre todo, me ha inculcado unos valores y unas enseñanzas desde muy niño que otras profesiones no te van a enseñar nunca. Y, bueno, pues creo que el toreo me toca muchas partes del alma. Al final, el toreo es alma y sentimiento, y muchas veces hay faenas y toros que te hacen rebuscar en tu interior, y hacen que tu alma y tus sentimientos salgan a flor de piel, y que miles de personas puedan captarlo
¿Cómo definirías tu toreo?
Mi toreo te lo definiría como un concepto muy personal. Creo que soy un torero que no se parece a nadie, que tiene mucha personalidad. Soy un torero clásico y, sobre todo, intento hacer las cosas con mucha pureza, con mucha verdad. Creo que esas serían las bases de mi concepto del toreo.
¿Para serlo hay que parecerlo?
Totalmente. Creo que, antes de serlo, uno tiene que parecerlo. Son dos cosas que van de la mano, pero pienso que, si no lo pareces antes, luego no puedes llegar a serlo nunca.
Has ganado la Copa Chenel, te has jugado la vida y has ganado la edición… y, sin embargo, el teléfono no suena. ¿Cómo se digiere eso?
Bueno, pues qué te digo, la verdad… Es muy duro. Es muy duro el hecho de alzarse triunfador de un certamen tan prestigioso como es la Copa Chenel, y que no te llamen para torear. O que, cuando te llamen, las condiciones no sean las adecuadas.
Hablándote muy claro, he pasado unas semanas muy duras, de mucho bajón mental, de mucha desilusión. Porque he sentido que los triunfos ya no tienen importancia, que valen más otras cosas que los propios logros de los toreros. No te voy a mentir: mentalmente, esto me ha hecho mucho daño. El hecho de que no me llamen para torear después de ganar la Copa Chenel duele.
Pero bueno, el toreo es así, y tengo claro que lo único que ha hecho esto es hacerme más fuerte y mucho más ambicioso, para aprovechar al máximo todas las oportunidades que vengan.
¿Qué mensaje le lanzas al aficionado que sí te ha visto, que sí cree en ti, y no entiende este silencio?
Pues, principalmente, les agradezco su cariño y su apoyo, porque es cierto que mucha gente, aficionados y profesionales, me ha escrito y me han mostrado mucho cariño. Me han dado mucha moral para afrontar, de alguna manera, este bache. Sobre todo, les pido paciencia, porque estoy seguro de que, con su cariño, mi entrega, mi disciplina y todo su apoyo, vamos a poder conseguir grandes cosas muy pronto.
¿Estás dispuesto a esperar, resistir? ¿O a veces te ronda la idea de tirar la toalla?
Bueno, pues si te soy sincero, no es que muchas veces haya pensado en tirar la toalla, pero sí me hago la misma pregunta: si realmente esto merece la pena, si merece la pena el esfuerzo, la disciplina, la entrega y todo lo que implica la vida. Pero bueno, luego sale el toro, él te entrega su vida, y todo cobra sentido en ese momento. Todo el esfuerzo que uno hace, pues merece la pena.
Ayer leí una frase con la que me sentí muy identificado: “No te desesperes. Antes teníamos menos.” Y es una realidad. Al final, creo que he pasado por momentos peores, y ahora mismo tenemos motivos para molestar, para llamar, y los empresarios también tienen motivos para ponerle atención. Así que nada, a esperar, porque todo lo que venga seguro que será muy bonito.
¿Qué has aprendido de la Copa Chenel, más allá del triunfo? ¿Cuál ha sido tu momento más feliz como torero? ¿Y el más amargo?
La Copa me ha enseñado que cada día es una nueva oportunidad para superarse, para conocerse. Realmente, el formato de la Copa es que te dan una oportunidad, y si uno la aprovecha… a mí me ha servido mucho para apreciar y darle importancia a todas las oportunidades que nos vengan, por muy pequeñas que sean, y, sobre todo, para crecer mucho como torero y como persona.
Mi momento más feliz dentro de la Copa creo que fue cuando escuché mi nombre y me proclamé triunfador. Fue el momento más emocionante y feliz, por todo el trabajo que hay detrás, todo el esfuerzo que uno pone, que no se ve, pero está ahí, uno lo lleva por dentro. El momento más amargo dentro de la Copa no creo que haya tenido ninguno. Lo que sí he sentido mal es cuando faltan las oportunidades que creo merecer.
¿Sientes que hoy se está empobreciendo la cabaña brava en nombre de la comodidad y el espectáculo fácil?
Pues bueno, es cierto que hay ganaderías que tienen más oportunidades que otras, y otras ganaderías se lo ponen más fácil. Pero creo que, al igual que a los toreros, hay quienes lo tienen más fácil y otros menos. Sin embargo, tanto para las ganaderías como para los toreros, tarde o temprano llega la oportunidad.
Es cierto que a veces se echa de menos ver otro tipo de toros y otros encastes en algunas ferias, pero al final creo que todos tenemos nuestro sitio.
¿Qué lugar ocupa para ti la suerte de varas dentro de la lidia?
La suerte de varas considero que es una parte fundamental de la lidia, un tercio al que muchas veces habría que darle mucha más importancia. A veces pasa como un mero trámite, pero tiene más peso del que habitualmente le damos.
Al final, creo que es un examen para el toro, donde se mide su bravura. En muchas ocasiones, le damos menos importancia de la que merece, pero en mi caso, siempre que he estado en ferias de novilladas o en plazas de importancia, he intentado darle el sentido y la relevancia que merece.
Es cierto que hay toreros que sí le dan mucha importancia y valoran mucho el tercio de varas.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a Sergio Rodríguez por haberme abierto las puertas de su mundo, por su sinceridad con la que vive la Fiesta. Espero que esta conversación acerque su verdad al aficionado y nos recuerde que, en el toreo, la espera también es parte del triunfo.
Escrito por Álvaro Cabello