Una vez más, los intereses prevalecen sobre la justicia. Lo que debería haber sido una oportunidad de reconocimiento y mérito se ve sofocado por lo que, una vez más, resulta improcedente. En este inicio de temporada, esa etapa cargada de rumores, filtraciones y el ansiado conocimiento de los carteles de las grandes ferias, nos encontramos con una noticia que desafía la lógica: Emilio de Justo, harto de imposiciones y de ser sistemáticamente subestimado, no estará presente en la Feria de Abril de Sevilla.
El torero de Torrejoncillo no hará el paseíllo en el albero maestrante este año, y todo ello a causa de una nueva imposición del señor Ramón Valencia. Tras haberle ofrecido, o más bien impuesto, los hierros de Victorino Martín y La Quinta para la preferia, Emilio de Justo mostró disposición a aceptarlo, pero con la condición de elegir una tarde en farolillos. Sin embargo, esa propuesta no fue bien recibida por el señor Valencia, quien parece preferir dejar fuera a Emilio antes que ceder ante una solicitud razonable. Y es que Emilio, con su dilatada trayectoria en el coso sevillano, tiene sobrada legitimidad para exigir algo acorde con sus méritos. No obstante, la única respuesta que ha recibido es desdén y negativa.
Ramón Valencia, como gran aficionado y plenamente consciente de que este es su último año al frente de la plaza, sigue en la senda correcta, por supuesto. El mismo camino que casi lleva a Juan Ortega fuera, el mismo por el que asegura la presencia de Núñez del Cuvillo en Resurrección y el de tener a Talavante acartelado en tan significativa fecha. Y, claro está, no podemos olvidar a Cayetano, que gracias a Dios se despide ya, ocupando su bien ganado puesto en farolillos. Mientras tanto, toreros como Manzanares o Castella son colocados en puestos de privilegio antes que Emilio de Justo. Pero claro, aceptar algo así para Emilio de Justo es inconcebible, porque no encaja en los intereses de la empresa, ¿verdad? Porque, al parecer, los caprichos de algunos están por encima de los méritos y el esfuerzo de otros.
Parece ser que, una vez más, es necesario refrescar la selectiva memoria de los señores de la calle Adriano. Por lo visto, han olvidado, o tal vez prefieren olvidar, la inolvidable faena al toro "Filósofo" de García Jiménez, la memorable actuación con el de Victorino “Portezolano” o aquella magistral lidia al animal de La Quinta el año pasado. Sin embargo, llegado a este punto, Emilio, cansado de los constantes menosprecios, las infravaloraciones y de que sus éxitos sean sistemáticamente ignorados, ha decidido apartarse de este circo. Y en ese “hasta luego” que se intuye en su postura, ya no hay cabida para las imposiciones ni para la falta de reconocimiento.
En definitiva, la ausencia de Emilio de Justo en la Feria de Abril no es más que un reflejo de una gestión que antepone los intereses personales a la justicia y al mérito. En un panorama taurino donde la coherencia y el respeto deberían primar, vemos cómo la falta de reconocimiento hacia uno de los toreros más destacados de los últimos años se convierte en una injusticia patente. Emilio ha dado más que razones para estar en los carteles, pero parece que los caprichos de algunos se imponen por encima de sus logros. Con su decisión de apartarse, se confirma lo que ya muchos intuíamos: un torero que ha alcanzado lo más alto con esfuerzo y talento se ve relegado a un segundo plano, mientras otros, sin méritos, ocupan los primeros puestos. Hace tiempo que nos olvidamos de satisfacer al aficionado de verdad.
Es necesario, además, reconocer la valentía de Emilio de Justo al plantar cara a esta situación. En un momento en el que la sumisión y el conformismo son muchas veces la norma, él ha decidido no callar y alzar la voz. Su postura no solo demuestra su compromiso con la profesión, sino también su dignidad. En un mundo taurino cada vez más marcado por intereses ajenos al toreo, Emilio ha optado por mantenerse fiel a sus principios, sin dejarse arrastrar por imposiciones que no corresponden con el respeto que se ha ganado a base de jugarse la vida delante de los toros. ¡Bravo su valentía, por no doblegarse ante lo injusto y mantener la cabeza alta en su lucha por lo que le corresponde!