Llegó el turno de la Feria Taurina de Córdoba en esta temporada 2025. Una feria que, desde hace ya una década, se arrastra con tres tristes festejos en su serial… por llamarlo de alguna forma. Una plaza de primera que vive en la categoría únicamente por nombre y recuerdos. El abono se inauguró con una novillada mixta —con y sin caballos— que vivimos en familia. Fue una tarde de lo más pintoresca: de incoherencias sin freno, orejas regaladas, gritos de “¡Viva España!” y un sinfín de detalles más que no faltaron al guion. Grandes "aficionados" poblaban los tendidos, tan convencidos de su sapiencia que relataban las faenas con emoción y con todo el diccionario taurino en la boca… aunque no supieran usar ni una palabra en contexto. Uno llegó a explicarme en qué suerte entraba a matar un novillero, asegurando con solemnidad que lo hacía “en suerte contraria”, mientras se le daban los medios al novillo. Otro momento cumbre lo protagonizó un espectador que, ante la llamada de atención de un acomodador que le pedía no moverse hasta el cambio de tercio, respondió: “Ah vale, sin problema, pero… ¿qué es el cambio de tercio?” En fin, podría escribir solo sobre eso y tendríamos para una novela. Pero eso será otro día. Y esto es solo el principio. La presentación de los novillos fue, sencillamente, lamentable. Indigna de una plaza de primera categoría. La tarde dejó algunas pinceladas: Fuentes Bocanegra, torero local, mostró detalles de buen gusto, pero evidenció su falta de oficio y técnica. Javier Zulueta, con su habitual aroma clásico, no tuvo opciones, pero aquí no hacen falta las orejas te las dan igual… Y Manuel Quintana, también cordobés, dejó su sello de clasicismo y buen gusto.
Abrió plaza un novillo de Collado Ruiz, noble, pero de una flojedad preocupante. Fuentes Bocanegra dejó ver que tiene buenas intenciones y cierto gusto, pero anda muy verde en lo técnico. Dos series con la diestra bien esbozadas, pero sin llegar a romper. Toreó en general despegado, sin lograr compactar la faena. Mató de media estocada caída, suficiente para dar una vuelta al ruedo más voluntariosa que justificada. La oreja se pidió, la vuelta no, pero eso no impidió que la diera. Para colmo, incomprensiblemente, el inválido novillo fue aplaudido en el arrastre…
Su segundo fue un novillo aún más parado, casi inválido. Comenzó faena en los medios, intentando hilvanar pases en redondo, pero cada vez que bajaba la mano, el animal se derrumbaba. Al menos aquí se ajustó más, dejando algunos naturales sueltos de notable calidad, aunque sin continuidad. Mató de una estocada fea, atravesada, que hizo guardia, y luego se atascó con el descabello.
Zulueta dejó destellos de su estilo clásico, pero sin rematar nada importante. El segundo de su lote era corto de viaje, sin fuerza y sin entrega. Apenas hubo espacio para dos naturales de excelente trazo. El resto, carente de ajuste. Cerró con una estocada ligeramente desprendida que le valió una oreja festivalera.
Con el quinto, de más a menos, comenzó de forma torera, llevándose el novillo a los medios con rodilla en tierra y pases por bajo de bella factura. El toro tenía cierta calidad, humillaba y repetía, sin ser un portento. Con la derecha dejó algunas tandas estimables, aunque sin ajuste ni limpieza constante. Por el izquierdo, buenos naturales, pero sin acople. La faena se deslavazó. Mató con acierto, y se le otorgaron dos orejas infames, regalo de la casa.
Manuel Quintana cuajó al eral que hizo de tercero con un ramillete de autentica excelsitud. Toreó con un temple exquisito, despacioso, parando el tiempo. Fue lo mejor de toda la tarde. El novillo, eso sí, no podía ni con el rabo. Lo toreó a media altura, sin exigirle, sacando muletazos de gran expresión, aunque otros quedaron a medio camino, citando con el pico y sin ligazón. Tiene gusto, torería y clase, aunque falta consolidar. Pinchazo hondo y estocada algo baja. Cortó una oreja, vamos a justificarla con el “para motivarlo”.
En el sexto, muy parado, mostró actitud y no se dejó nada en el esportón. Logró, a base de insistencia, una tanda ligada de derechazos. Pero en líneas generales, la faena fue insípida, sin contenido real. Mató de media estocada caída, lo que no fue impedimento para que el palco, una vez más, le premiara con dos orejas vergonzosas, puro populismo taurino. Porque si hay algo que nos gusta aquí, es una puerta grande, aunque sea de cartón piedra.
Una tarde que confirma lo que ya sabíamos: Córdoba vive de recuerdos, sobrevive con mínimos y reparte trofeos como caramelos. El nivel de afición y de exigencia está bajo mínimos, y mientras tanto, los novilleros cortan orejas sin faenas y los tendidos aplauden cualquier cosa. Una feria de plaza de primera… con alma de tercera.
LA RESEÑA
Plaza de Toros de Los Califas, Córdoba. 1ª de abono. 1/3 de plaza.
Novillos con picadores de El Cotillo 🟢⚪ (2º, 4º): mal presentados, descastados, sin raza ni fuerza, pero nobles; y Hnos. Collado Ruiz 🔵⚪ (1º, 5º): flojos y descastados; y novillos sin picadores de Enrique Ponce 🔴🟡🔵 (3º, 6º): nobles y desiguales en juego. El tercero flojito, pero de buena condición y el sexto sin ninguna fuerza.
Fuentes Bocanegra (grana y oro), vuelta tras petición y palmas tras aviso.
Javier Zulueta (rosa palo y oro), oreja y dos orejas.
Manuel Quintana (blanco y plata), oreja tras aviso y dos orejas.
Escrito por Álvaro Cabello