No hay nada más conmovedor que la entrega absoluta de un torero que pone su vida al servicio de nuestras emociones. David de Miranda se presentó hoy en Málaga con un valor seco, un hieratismo apoteósico y una entrega sin concesiones, dispuesto a devorar el triunfo. Roca Rey es responsable de que lo veamos acartelado en diversas ferias, como ya aconteció en Sevilla; ahora resta observar si continuará contando con él para compartir cartel. La sexta de abono transcurrió bajo un sol implacable, prolongándose hasta cerca de las tres horas, no puede ser que el festejo comience a las siete y se esté banderilleando al sexto a las diez de la noche. En toriles aguardaba una interesante corrida de Victoriano del Río. Escribano entraba por Cayetano y, con todos mis respetos, menos mal, pues habría sufrido Cayetano un calvario ante varios de los ejemplares de hoy.
Escribano se encaminó a la puerta de toriles a recibir a sus dos toros, en lo que ya no son portas gayolas sino largas cambiadas en los medios. Sorteó un primero, Jaceno, de gran clase, que humillaba y se desplazaba desde el primer lance con el percal. El toro se empleó en el primer encuentro con el caballo, siendo el segundo un mero trámite. Comenzó la faena en los medios con espaldinas sin forzar la figura, como deben ser. No obstante, la labor se mostró precipitada, pues el toro se vino un punto abajo y Escribano no acertó con los tiempos. Una serie estimable al natural demostró la buena mano del torero, pero mientras la faena transcurría entre altibajos, el animal se fue aplomando. Tras las manoletinas finales, una estocada ligeramente desprendida rubricó la labor; el público solicitó las dos orejas, y el palco, con buen criterio, otorgó una.
Al cuarto le comenzó faena con pases por alto y rodilla en tierra, seguido de una trinchera que condujo al toro hasta los medios. El animal, pastueño y con cierta clase por el izquierdo, carecía de raza, y Escribano apenas halló acople. Solo la última serie al natural a pies juntos ofreció un instante de mayor armonía. Una estocada precisa cerró una oreja.
Roca Rey ofreció una imagen sin el sitio que le conocimos, sin ambición visible y con un lote al que no logró imponerse. Su primero se desentendía desde los lances iniciales, con la cara altita y una embestida irregular. El tercio de varas pasó sin historia. David de Miranda, con ceñimiento, realizó un quite por saltilleras que rendió una buena carta de presentación. El peruano en la faena, se vio descolocado, abriendo los muletazos hacia fuera y mostrando al toro aún más las tablas. Quizá si se la hubiese dejado puesta le podría haber robado alguna tanda. Sin pausa ni profundidad, concluyó con una buena estocada en todo lo alto.
El quinto, devuelto por un defecto en una pata, dio paso a un sobrero altito que se negó al caballo y embistió con genio. Roca Rey se dilató en demasía, con enganchones y desarmes que la bronca embestida del toro acentuaba. Tras un recital de pinchazos, culminó con estocada trasera.
Pasada ya la primera hora de festejo, salió por toriles un tercero de gran trapío, con morrillo destacado y mostrando las palas. En varas fue castigado con cierto rigor, y David de Miranda, apabullante en hieratismo, firmeza y valor, firmó una faena de cercanías que mantuvo al público en vilo. Los pelos se erizaban cada vez que el toro rozaba sus pulmones; tragó, aguantó y se entregó sin concesiones ni alardes. No hace falta dar el cabezazo para demostrar nada, aquí se constata. Esto sí fue un arrimón auténtico, o eso nos instruyó el gran Ojeda. Valor seco, sin concesiones, tremendo. Epílogo con manoletinas y estocada, y las dos orejas de ley.
La lidia del sexto, un toro ofensivo de cara y de seria estampa, se inició con puyazos en ambos caballos en los costados del animal. Los prolegómenos de la faena de De Miranda se presentaron en estatuarios ceñidísimos, ejecutados en una baldosa, con la figura hierática y firmeza abrumadora. Fue este el acmé de una faena ante un animal de embestida desigual y desrazado, el onubense impuso su mando en un arrimón en el que el burel le prendió, sin mayores consecuencias. La estocada baja no impidió que el palco concediera otra oreja, cerrando así una jornada memorable.
LA RESEÑA
Plaza de Toros de La Malagueta, Málaga. 6ª de abono. 19/8/25. Lleno de “no hay billetes”.
Toros de Victoriano del Río ⚫🟡: bien y desiguales en presencia, de variado juego y comportamiento. El primero de gran clase, destacó sobre sus hermanos; el segundo un manso desentendido; un tercero áspero y con genio; el cuarto noble y sin raza; el quinto de embestida bronca; y el sexto muy aplomado en la muleta.
Manuel Escribano (en suplencia de Cayetano) (verde manzana y oro), oreja tras petición de la segunda y oreja.
Roca Rey (azul marino y oro), silencio y silencio tras dos avisos.
David de Miranda (blanco y plata), dos orejas y oreja.
Notas: Se interpretó el Himno Nacional al finalizar el paseíllo.
Escrito por Álvaro Cabello