El Pilar no responde, pero el valor de Hernández y su entrega logran arrancar el único trofeo de la tarde.
Volvía a lidiarse una corrida completa de El Pilar en la Feria de San Isidro, y el ambiente, denso y escéptico, ya anticipaba la catástrofe. Los temores, bien fundamentados por el pobre historial reciente de la ganadería salmantina, no tardaron en confirmarse. Entre el espejismo del “y si sí…” y la cruda realidad, volvió a imponerse la decepción. La corrida, eso sí, lució una presentación irreprochable, pero su juego fue prácticamente nulo. En el tercio de varas, una sombra. En la muleta, apenas chispa. Diego Urdiales se marchó sin opciones. David Galván, irregular, mostró destellos, pero nunca cuajó. Y emergió Víctor Hernández, sincero, valiente, entregado. Cortó la primera oreja auténtica de la feria, la primera de peso, de verdad, con el rigor y la exigencia que Madrid impone. Mención aparte merece el presidente de la plaza, que estuvo acertado durante toda la tarde y supo desoír dos peticiones injustificables para Galván, más propias de una plaza de tercera que de Las Ventas.
Abrió plaza un toro largo, de expresión severa y con la cara abierta, completamente inválido. Salió suelto de chiqueros y apenas humilló en el saludo capotero de Urdiales. En el caballo no se empleó, y el castigo fue simbólico. La faena de muleta resultó insustancial. Urdiales hilvanó pases intrascendentes, estirando innecesariamente una labor sin argumentos. La absoluta falta de fuerza del toro lastró toda la lidia. Mató de un pinchazo y una estocada caída que hizo guardia.
El segundo, de hechuras más proporcionadas, permitió a David Galván lucirse de salida con verónicas templadas y bien dibujadas. En el caballo, el toro pasó de puntillas. Dejó su carta de presentación Víctor Hernández, en un quite por saltilleras, dejando su firma ya desde temprano. Galván planteó una faena basada en la estética, con momentos de limpieza y ligazón, sobre todo en los remates y los pases de pecho. Sin embargo, faltó profundidad, mando, poso. El toro, noble pero irregular, exigía más compromiso. Cerró por manoletinas y cobró una estocada trasera y un golpe de descabello. Vuelta al ruedo tras petición.
Serio de expresión, el tercero humilló en los primeros lances de capote de Víctor Hernández. En varas, apenas se empleó, entrando hasta tres veces de forma innecesaria. La faena de muleta fue lo mejor de la tarde. El toro, exigente y sabiendo lo que se dejaba atrás, obligó al torero a jugársela desde el primer muletazo. Hernández se mostró sincero, firme, de trazo puro y valor seco. Destacaron los naturales: fueron excelsos, largos, rematados detrás de la cadera con gusto. Una labor honda, maciza, sin atajos. Mató de una estocada corta algo desprendida. Oreja de ley, ganada con verdad.
El cuarto, bien presentado, pero sin entrega ni casta, condicionó por completo la actuación de Urdiales, también afectado por el viento. El torero riojano optó por abreviar ante la imposibilidad de construir faena alguna. Mató de una estocada certera. Nada más.
El quinto titular fue devuelto por inválido. En su lugar salió un sobrero de Castillejo de Huebra, cambiando hierro y encaste. El toro humilló de salida y empujó con cierto brío en el primer encuentro con el caballo, pero luego se desentendió. En la muleta tuvo nobleza, pero escasa duración. Galván volvió a dejar muletazos con mando, aunque sin cohesión ni arrebato. La faena, alargada en exceso, se diluyó. Mató de una buena estocada. Dio una vuelta al ruedo por su cuenta tras una petición injustificada.
También fue devuelto el sexto titular, que se arrastraba por la arena. En su lugar saltó un sobrero de Villamarta, largo, serio, astifino, de muy buena presencia. Su salida fue fría, pero Víctor Hernández logró fijarlo con firmeza. En el caballo empujó con la cara alta, sin clase. La faena de muleta comenzó con estatutarios y una trincherilla muy bonita, prólogo de una labor asentada en la verdad. De nuevo, Hernández brilló por su actitud: valiente, sincero, siempre de frente y con el corazón por delante. La faena, desarrollada en terrenos de cercanías, tuvo momentos de intensidad, aunque adoleció de continuidad y ligazón. Faltó mayor estructura, mayor poso. Pese a evidenciar aún notables carencias técnicas, el joven espada dejó una imagen rotunda de entrega y disposición. Se la jugó en las bernadinas finales. Sin embargo, con la espada naufragó: tres pinchazos precedieron a una estocada muy tendida, trasera y caída.
LA RESEÑA
Plaza de Toros de Las Ventas, Madrid. 2ª de abono. Casi lleno.
Toros de El Pilar 🟢⚪, Castillejo de Huebra 🔴🟢 (5ºbis), Villamarta 🟢🟡 (6ºbis): bien presentados y muy serios, de nulo juego en general. El primero y cuarto dos inválidos sin opciones. El segundo noble; el tercero y el sexto exigentes y se quedaba corto; el quinto noble, pero se paró muy pronto.
Diego Urdiales (negro y oro), silencio y silencio.
David Galván (malva y oro), vuelta al ruedo tras petición y dos avisos y vuelta al ruedo tras petición.
Víctor Hernández (buganvilla y oro), oreja y silencio tras aviso.