La luz en la penumbra de un Borja Jiménez con fe, sin acero.
Como un relámpago en la penumbra, Borja Jiménez fulguró en Las Ventas. El sevillano vino a por todas, dispuesto a merendarse la tarde. Desde el primer lance dejó claro que no venía a figurar, sino a mandar. Fue al toro con la convicción de quien quiere dejar huella, y lo logró. Torero de Madrid, por plaza y por actitud. Tiene las condiciones para ser figura, y hoy se mostró como tal. Se entregó sin reservas en sus dos faenas, especialmente en la del tercero, una actuación de altos vuelos. Pero sin espada no hay gloria. Y dos bajonazos deslucieron lo que pudo ser una tarde redonda. Es la tecla que le falta, el acero. Pero antes de que Borja cambiara el tono, atravesamos un desierto de tedio. Castella se eternizó con su primero. Aun así, firmó una actuación que hacía tiempo no le veíamos en el cuarto. Mientras tanto, Manzanares dejó una imagen lamentable. Si le quedara algo de vergüenza torera, debería cortarse la coleta. Para que al menos nos quede el recuerdo de aquel Manzanares de oro, que ya sólo habita en la nostalgia. Ya es cuestión de dignidad.
Castella se eternizó con su primero. Una faena sin alma, dilatada sin sentido, a un toro inválido, pero enclasado. Mucho pase anodino y sin limpieza. Estocada trasera y punto final a un primer acto soporífero.
Sin embargo, en el cuarto se reencontró con la versión que Madrid exige. El toro fue de bandera, cumplidor en varas, pronto, con ritmo, con clase y bravura. Está ya entre los mejores del ciclo. Castella lo entendió desde el principio, con una apertura vibrante por estatuarios y trincherillas. La faena fue de más a menos, pero dejó pasajes de mérito por ambos pitones, ligando con ajuste. El toro se entregó de verdad. Abusó el francés de las cercanías, cuando el toro pedía largura y aire. Aun así, dejó una obra notable, que cerró con un arrimón. Media estocada trasera para concluir.
Lo de Manzanares fue, directamente, deplorable. Ante un segundo con un buen pitón izquierdo y opciones, el alicantino se mostró desganado, frío, sin compromiso, con una desconfianza aplastante. Toreó a medio gas, con enganchones constantes y sin una gota de temple. Pinchazo y estocada trasera para cerrar una faena sin alma.
El quinto fue devuelto por mermarse de salida, y en su lugar salió un sobrero deslucido, sin opciones... ni ganas por parte del diestro. Lo despachó con una estocada, sin pena ni gloria. Ni un asomo de actitud.
Monumental fue el saludo de rodillas de Borja Jiménez al tercero. Un inicio arrebatado, de gran gusto y temple, que encendió los tendidos. La faena fue creciendo con derechazos de mano baja, ligados, encajado y firme el sevillano. Los naturales, largos y bien trazados, redondearon una labor que merecía premio. El toro, con clase, respondió, aunque le faltó un punto más de fondo. Pero la estocada baja emborronó el conjunto. Madrid pidió la oreja… y se concedió. No debió. No se puede premiar una suerte suprema tan deslucida. Son matadores de toros, no lo olvidemos.
Rotundo también fue el inicio al sexto, un toro más justo de fuerzas. De rodillas en los medios, Borja lo toreó con despaciosidad, templanza y ligazón. El animal respondió con nobleza, metiendo la cara con calidad. Pero la faena se desinfló. El sevillano exigió demasiado en la primera tanda y el toro lo acusó. Debió dosificar mejor la faena. De nuevo, todo fue a menos. Y otra vez, una estocada baja cerró la obra. El acero vuelve a ser su gran punto débil.
Gran corrida de Jandilla en la vigésimo cuarta del ciclo isidril. Un encierro interesante, con un cuarto toro para el recuerdo. Castella firmó una notable versión en ese ejemplar. Manzanares, volvió a dejar una imagen decepcionante y desconectada, impropia de Madrid. Y Borja Jiménez dio un golpe firme sobre la mesa. Viene con hambre, con fe, con el toreo en las muñecas. Le restan dos tardes. Si la espada le acompaña, el triunfo grande será inevitable. Madrid lo espera.
LA RESEÑA
Plaza de Toros de Las Ventas, Madrid. 24ª de abono. 5/6/25. Lleno de “no hay billetes”.
Toros de Jandilla 🔵: bien presentados. Nobles y de buen juego. Noble, aunque flojo el primero; el segundo de buena condición por el izquierdo; el tercero con clase, pronto y ritmo; cuarto de bandera, bravo, con movilidad, casta y prontitud; quinto y sexto deslucidos.
Sebastián Castella (negro y plata), silencio y vuelta al ruedo tras aviso.
J. M.ª Manzanares (azul noche y cobre), silencio y silencio.
Borja Jiménez (champán y oro), oreja y palmas.