Hay un joven luso que torea como muchos de Sevilla, y que hoy ha marcado un antes y un después en su trayectoria novilleril. Lo de Tomás Bastos hoy en Villaseca ha sido de cante. Ha deletreado el toreo. Un novillero que ha dado la sensación de torero maduro. No se puede torear más despacio, más cadencioso, más medido. Luego volveremos a su quehacer. Una corrida de toros que sirve para muchas plazas han sido los ejemplares de Conde de Mayalde enviados hoy al coso de La Sagra. Una novillada seria, cuajada, que tuvo una clase y calidad extraordinaria, lastrada únicamente por la poca fuerza de los astados. De no ser por esa exigua fuerza, hubiera sido una novillada muy importante en cuanto al ámbito ganadero.
Salía por los toriles de La Sagra el primero de la tarde, un toro válido para cualquier plaza de segunda y muchas de primera. Se dejó pegar en varas y llegó justo de raza a la muleta. Gonzalo Capdevila abrochó antes un quite con una media de cartel. Se echó de hinojos cuando el toro se le vino para comenzar faena e hilvanó varios cambiados por la espalda. Las tandas correlativas fueron demasiado mecánicas, acompañando a una embestida noble que nunca terminó de humillar, pero que había que torear. Comprendió bien las alturas Capdevila cuando vio que al bajar la mano el toro protestaba. El novillo mostró prontitud y fijeza. Por el izquierdo no lo quiso ver. Concluyó su labor con una estocada perpendicular al segundo intento.
Con el cuarto, como ya había hecho en su primero, se fue a recibirlo a la puerta de toriles. Tras dejar la larga cambiada, quiso dar dos más. La segunda fue casi un acto suicida, cuando se echó de rodillas cuando tenía al novillo prácticamente encima. El desenlace acabó en una cogida muy fea, zarandeándolo en el aire. Se hizo Zulueta con él y, en un mar de titubeos condicionados por la cuadrilla de Capdevila y la insistencia del presidente de que continuara Zulueta, se prolongaron los tiempos muertos. Dio dos pases por alto al novillo y, finalmente, con ahínco, la cuadrilla de su compañero lo metió en el callejón. Estos tiempos muertos no se deben consentir. Heroicamente, y con cornadas en ingle y abdomen, Capdevila regresó. Con mucha raza y más corazón que cabeza, se aceleró. Hubo una tanda final más lograda, en la que pudo templar ante el noble, pero sin ningún poder ejemplar del Conde de Mayalde. Pinchazo arriba y estocada caída para cerrar la faena.
Nos ilusionó el serio segundo cuando se arrancó al templado ramillete de verónicas de Javier Zulueta, que le pegó con gusto y temple. Derribó en el primer puyazo y se empleó en el segundo, mostrando bravura en varas. Preciso fue el quite de Tomás Bastos, con verónicas templadas y con empaque, rematadas con una gustosa media. Todo aquel entusiasmo que tuvimos con el novillo en el percal se vino abajo en la muleta, el toro llegó muy aplomado. Zulueta, sin atosigarlo, lo intentó por ambos pitones, pero aquello no tomó vuelo; solo pudo dibujar unos naturales de exquisito trazo. Mal con la espada, en una sucesión de pinchazos.
El quinto era otro señor toro, que se empleó mucho en varas y, además, se le pegó en exceso. Faena de detalles y aroma de buen toreo de Zulueta, que estuvo muy bien con el novillo. Hubo una tanda con dos derechazos deletreados, engarzados a un preciso y lento cambio de mano. Poco a poco, el novillo se fue aplomando. Zulueta dejó una tanda de naturales finales, cadenciosos y de extraordinario trazo. Mató de una estocada tendida, trasera y contraria.
Ya nos deleitó Tomás Bastos con las verónicas templadas que le hilvanó al serio tercero. Después de que el novillo no se emplease en varas, lo quitó del caballo a base de otras verónicas de sumo temple y una media —de esas que son enteras— que fue un cartel de toros. El novillo apuntaba una excepcional condición, pero estaba muy justito. Y así fue: qué pena la poca fuerza, porque era de soberbia clase. Para soberbia, la primera tanda de Bastos al natural: muy vertical, templando al máximo y de trazo suculento. Con empaque y gusto llegaron los derechazos, ensamblados a un eterno cambio de mano que puso en éxtasis al que escribe. Más naturales cadenciosos, exquisitos, con mucha verdad y temple, bordando el toreo. No se puede torear más despacio. Le sobró la última serie y las luquesinas finales. Amargura de espada trasera y caída. Aun así, cortó una oreja, que bien hubiesen sido dos.
El cierraplaza protagonizó un espléndido tercio de varas. De muy largo y con bonito tranco se arrancó al primer encuentro, recibiendo un buen puyazo de José María González. Tomás Bastos apareció con delantales y otra excelsa media para dejar colocado al toro una segunda vez; el burel, pronto, se arrancó y otro gran puyazo propició el picador. No satisfecho, el novillero completó garbosas chicuelinas y una media perfecta y muy despaciosa para firmar un nuevo quite. El presidente insistió en un tercer puyazo con regatón, pero finalmente cambió el tercio: hubiera sido excesivo. Precioso y rebosado de torería fue el inicio de Bastos en la muleta: valiosa trincherilla, preciado cambio de mano y un monumental pase de pecho. Era un novillo que había que pulsear, y vaya que si lo hizo. No se puede torear más asentado y cadencioso al natural. De nuevo, excelsitud con la zurda: acople, temple, trazo majestuoso. Qué gratas sensaciones deja este novillero. Nos afligimos cuando perdió la mano y enhebró al novillo al entrar a matar. Dos pinchazos y una trasera más una vuelta al ruedo al novillo pusieron fin a su gran tarde.
LA RESEÑA
Plaza de Toros “La Sagra”, Villaseca de la Sagra, Toledo. 4ª de abono. Viernes 5 de septiembre de 2025. ¾ de plaza.
Novillos de Conde de Mayalde 🟤🔴: de excelente presencia, fue una corrida de toros. Astifinos, serios y cuajados. Nobles y de una magnífica clase, pero muy aplomados en la muleta.
Gonzalo Capdevila (en suplencia de Martín Morilla) (verde botella y oro), ovación y oreja.
Javier Zulueta (celeste y oro), silencio tras aviso y ovación.
Tomás Bastos (gris perla y oro), oreja y vuelta al ruedo.
Escrito por Álvaro Cabello