«No se la puede lidiar peor: pegarles tanto, que los toros se agotan y luego se paran… Los toreros están muy verdes». Estas fueron las declaraciones del ganadero, dichas sin titubeo alguno a los micrófonos de OneToro. Y, desgraciadamente, razón no le faltó. La novillada de José Escolar, dura y exigente, prometía más tras el brillante historial de esta temporada. Pero el campo terminó imponiendo su ley: los novillos pidieron mando, firmeza y conocimiento, y muchos de los espadas se marcharon sin haberlos toreado.
Ovacionado fue el primero, como casi toda la novillada. Un animal serio, cuajado, que en el caballo empujó con ímpetu y un solo pitón, desplazando varios metros al picador y a punto de derribarlo… de no ser por el monosabio, que saltó a impedirlo. Conviene recordarle: usted está para colocar al caballo o levantarlo en caso de caída, no para frenar un derribo. El novillo, en su salida del segundo puyazo, ya acusó querencias; en la muleta se desplazó, con mejor embroque que finales, y ofreció un pitón izquierdo más que toreable. Borja Ximelis estuvo correcto, sin enganchones ni altibajos, pero tampoco con decisión ni apuesta verdadera. Pase tras pase, sin lograr imponerse. El final resultó indigno con un bajonazo infame, entrando cruzado y fuera de la suerte.
En el cuarto volvió a poner banderillas —como ya hiciera en su primero— pese a que el toro no se prestaba al lucimiento y, sobre todo, pese a carecer él del dominio necesario en ese tercio. Aquello debió dejarlo a la cuadrilla. La insistencia desacertada no hizo sino empeorar las cosas, capotazos y más capotazos sumados a los precedentes para colocar al novillo en un segundo puyazo irrelevante. El animal, en ese tiempo muerto, pareció doctorarse en latín, y salió después a enseñar sus lecciones en la muleta. Ximelis insistió en una faena eterna a un encaste que pide brevedad. Estocada delantera y tendida, al tercer encuentro, y cierre de una tarde para olvidar.
Mario Arruza se mostró lleno de precauciones ante el segundo, un novillo que se empleó en varas, cortó en banderillas y llegó orientado a la muleta. Pedía gobierno y firmeza; Arruza, sin embargo, se quedó al hilo, donde el toro lo veía más y le hacía por él. Había que cruzarse e imponer mando, y nunca lo hizo. Todo fue a menos. La estocada, muy tendida; el novillo acabó por echarse, aburrido, después de un desatinado intento de descabello a toro entero.
Aparecieron por los toriles de La Sagra dos generosos pitones corniveletos y astifinos que daban una seria presencia al quinto, aunque no fuera el más cuajado del encierro. Fue, sin embargo, de los más deslucidos: sin humillar, probón y midiendo. Otro que traía máster en latín. Poco o nada pudo hacer Arruza ante el manso y descastado que cerró su lote. Un pinchazo y una media caída sellaron una faena sin lucimiento, con un novillo que se echó, falto de raza y de casta, porque aún estaba entero.
El que más firme y asentado estuvo fue Diego Bastos. Su primero, de viaje corto, apenas permitió muletazos. El sevillano, con mérito, robó naturales de buen trazo, de uno en uno. Poco más podía hacer con semejante material. Pinchazo y estocada perpendicular y atravesada.
Al sexto lo esperó en toriles con una larga cambiada de rodillas. El toro, largo, cuajado, de seriedad apabullante. Bastos le plantó cara con firmeza y mérito, robándole derechazos, pues por el izquierdo no tuvo un solo pase. Una media muy atravesada puso fin a la tarde.
LA RESEÑA
Plaza de Toros “La Sagra”, Villaseca de la Sagra, Toledo. 7ª de abono. Martes 9 de septiembre de 2025. ¾ de plaza.
Novillos de José Escolar ⚪🔴: de excelente presencia, serios y astifinos. En general, un encierro encastado, pero donde la bravura brilló por su ausencia.
Borja Ximelis (en suplencia de Bruno Martínez) (azul pavo y oro), silencio en ambos.
Mario Arruza (sangre de toro y oro), silencio tras aviso y silencio.
Diego Bastos (verde oliva y oro), silencio en ambos.
Escrito por Álvaro Cabello