Hay tardes que, sin ser las más triunfales, dejan una huella profunda en el alma del aficionado. Tardes que te hacen salir de la plaza con el orgullo intacto, con el pecho lleno de esa emoción noble de sentirse parte de la Fiesta. Hoy fue una de esas. En el ruedo de Las Ventas se vieron las dos caras de la moneda: un hombre caído y otro que, con verdad y valor, sometió el poder de la fiera. La corrida de Victorino Martín resultó muy interesante, encastada y dura, como debe ser cuando la bravura tiene contenido.
David Galván cayó herido en una pavorosa cogida ante el serio primero de Victorino. Entre la brisa que molestaba y un toro que reponía siempre por el derecho, fue prendido y zarandeado de fea manera. La lidia la concluyó Román, que tuvo que estoquearlo.
Faena importante y de peso firmó el valenciano ante el extraordinario tercero. Tras una buena pelea en varas, Román entendió al toro desde el primer muletazo. Todo por abajo pedía aquel humillador de Victorino, y el torero, a base de enganchar la embestida con los vuelos sin brusquedad alguna, hilvanó series de derechazos hondos, largos, ligados con temple y mucho mando. Arrastrando la muleta por el albero venteño, corrió la mano con largura a un toro que se desplazaba con clase y bravura. Todo fue de menos a más, hasta culminar en un final genuflexo, poderoso y sincero, que hizo estallar a Madrid. La estocada, algo desprendida, no fue óbice para que la oreja —de ley y de unanimidad— cayera en sus manos.
Cuando ya tenía entreabierta la Puerta Grande de los sueños, el quinto, encastado y avisado, le puso las cosas más difíciles, y llegó a imponerse y a mandar. Román estuvo digno y entregado, logrando pasajes estimables por el derecho, aunque sin la rotundidad de antes. La faena tuvo altibajos, y una estocada que hizo guardia enfrió cualquier petición.
Ginés Marín bordó el toreo a la verónica con el segundo, en un saludo con actitud ilusionante. Cumplió en varas el fino Victorino y apuntó buenas condiciones en banderillas, con dos pares soberbios de Iván García, que nunca pasa desapercibido. Pero todo lo bueno se vino abajo al llegar a la muleta cuando el toro, afligido y sin fondo, se apagó pronto. El extremeño alargó quizá en exceso la faena, aunque dejó algunos naturales de soberbia expresión, llevados muy detrás pese a la falta de fuelle del animal. Mató de una estocada trasera al segundo intento.
El cuarto —que mató por Galván—no tuvo un solo muletazo por el izquierdo. Marín aprovechó lo poco que hubo por el derecho, dejando muletazos sueltos y estimables. En cuanto el toro divisaba las tablas, buscaba la huida. Mató de una estocada baja tras pinchar. En banderillas, antes, se la jugó Juan Carlos Rey en dos pares de mucho riesgo y entrega.
El sexto, más terciado y de otro tipo, fue el más deslucido del envío. Sin entrega ni emoción, apenas permitió lucimiento. Marín, siempre bien colocado y con actitud, puso empeño y limpieza, pero aquello no terminó de alzar el vuelo. La espada tampoco le acompañó.
LA RESEÑA
Plaza de Toros de Las Ventas, Madrid. Feria de Otoño. 7ª de abono. Sábado 11 de octubre de 2025. Lleno de “no hay billetes”.
Toros de Victorino Martín 🔵🔴: serios, desiguales de presencia y de juego interesante. El primero sabía latín; el segundo humillador, pero le faltó fondo; tercero encastado, bravo, humillador y de mucha emoción; desentendido el cuarto; encastado y difícil el quinto; y de escaso recorrido el cierraplaza.
David Galván (tabaco y oro), herido.
Román (azul rey y oro), oreja y ovación.
Ginés Marín (lila y azabache), Palmas, silencio y silencio tras aviso.
Notas: Se desmonteró Iván García tras parear al segundo de la tarde.
Escrito por Álvaro Cabello