Por todo lo alto se cerró la temporada primaveral en Las Ventas con una corrida In Memoriam dedicada a Don Victorino Martín Andrés, ganadero de leyenda, grande entre los grandes. Para tan señalado homenaje se lidiaron, como no podía ser de otra manera, seis toros de su emblemática ganadería. Fue una corrida muy seria, de imponente trapío, que alcanzó su cenit con el sexto ejemplar, “Milhijas”, un toro de bandera, bravo en varas y extraordinario en la muleta. Se le concedió una merecida vuelta al ruedo. Borja Jiménez, soberbio e inmenso, estuvo a la altura del gran “Victorino” y del homenajeado. Le cortó las dos orejas y cruzó la Puerta Grande acompañado del ganadero, que —quiero pensar— salía también en honor a la memoria de su padre.
Paco Ureña no terminó de ver pronto el excelente pitón izquierdo del primero, un toro que, aunque justo de fuerzas, humilló con nobleza en la muleta. No acertó en el planteamiento de una faena que tenía mayor fondo. Espeso y sin conexión, solo logró hilvanar algunos naturales de buen gusto en los últimos compases, rematando con un epílogo genuflexo al mismo lado. Mató de estocada casi entera y caída.
Nada que reprocharle con el cuarto, un toro deslucido y falto de motor, al que además se picó con torpeza. Sin apenas opciones, Ureña lo despachó con media estocada perpendicular y caída.
Al segundo había que poderle y apostar por él. Emilio de Justo no terminó de someter al encastado y exigente animal. Tardó una eternidad en acoplarse, aunque acabó dejando algunas tandas estimables de derechazos, templando y tirando del viaje. Todo ello tras unos inicios plagados de enganchones y muletazos a medio trazo. Eso sí, firmó un gran quite por chicuelinas, garbosas y de mano muy baja. Mató de una estocada trasera.
Más firme se mostró ante el quinto, también encastado, humillador y con clase, un toro para soñar faenas. Y aunque comenzó muy bien, con derechazos hondos y templados y naturales de largo trazo, no acabó de confiarse del todo. Hubo una preciosa trincherilla, pero la faena fue de más a menos, sin llegar a cuajar al completo al de Victorino. Lo mejor, sin duda, un volapié perfecto para dejar una estocada de libro que le valió una oreja justa.
El tercero fue un toro incómodo, de corto recorrido, costoso y blando, que pedía firmeza. Borja Jiménez no se decidió a bajarle la mano y aquello no terminó de romper, aunque cimentó por el izquierdo algunos naturales de buen trazo. Mató de una estocada infame, caída en el costado, de las más feas que se recuerdan en la plaza.
Con ambición desbordante y deseo de redención, volvió al ruedo con el sexto. Y lo bordó. “Milhijas” fue un toro de gran importancia, humillador, bravo y con clase excepcional. Borja no quiso preámbulos y arrancó con una excelsa tanda al natural, entre la que brilló un muletazo de oro, llevado muy atrás, que pareció eterno. Siguió con otra tanda poderosa, coronada con un monumental pase de pecho. Llegaron después los derechazos, largos, profundos. Hubo también una trincherilla de exquisita belleza. La faena fue profunda, entregada, asentada, y culminó con un cierre genuflexo que conquistó Madrid. Rubricó de una estocada tendida, algo desprendida. Dos orejas y vuelta al ruedo a un gran toro.
La tarde, más allá del resultado artístico, quedó impregnada de ese aroma inconfundible de las grandes ocasiones. No fue solo una corrida, sino un acto de memoria y gratitud hacia una figura clave del campo bravo, Don Victorino Martín Andrés, cuyo legado sigue latiendo en cada embestida de su hierro. En “Milhijas” revivió la bravura y la emoción pura. Borja Jiménez, en comunión con ese toro excepcional, firmó un homenaje torero, sincero y rotundo. Y Las Ventas, templo mayor, reconoció con justicia la grandeza de un toro inolvidable y la entrega de un torero.
LA RESEÑA
Plaza de Toros de Las Ventas, Madrid. Corrida In Memoriam a Victorino Martín Andrés. 15/6/25. Lleno de “no hay billetes”.
Toros de Victorino Martín 🔵🔴: bien y desigual presentados, corniveletos y muy astifinos, muy serios. El primero de gran condición pero limitado de fuerzas; el segundo encastado y exigente; el tercero costoso y de corto recorrido; el cuarto descastado; el quinto de gran clase; y un sexto de bandera, bravo en varas, y excepcional en la muleta.
Paco Ureña (rosa y oro), silencio y silencio
Emilio de Justo (blanco y oro), silencio y oreja tras aviso.
Borja Jiménez (visón y plata), silencio y dos orejas tras aviso.
Escrito por Álvaro Cabello