¡SE LLAMA SAÚL JIMÉNEZ FORTES, ENTÉRENSE YA!

Hay faenas de cuarenta o cincuenta muletazos que al día siguiente ya nadie recuerda. Y hay otras, con apenas diez e irte a por la tizona, que se clavan en la memoria para toda una vida de aficionado. Hoy, Fortes volvió a deletrear el toreo con mayúsculas. Dio una lección en Madrid, de esas que se sienten en el alma. Dos faenas importantísimas, malogradas por la espada, se dejó la puerta grande en ella, pero imborrables por su entrega y su verdad. Esta tarde, Fortes tendría que tener su sitio en Pamplona y en Bilbao, eso para empezar, al menos esto así era antes, cuando el toreo premiaba la autenticidad. Hay que verlo en todas las ferias. Porque hoy, Fortes ha enseñado lo que hoy pocos se atreven: la verdad del toreo. En el cartel una corrida de Araúz de Robles, de la que se esperaba mucho más. Completaban el cartel Morenito de Aranda que estuvo digno y valeroso; y Adrián de Torres, que no tuvo mucha suerte con su lote.

El primero de Araúz de Robles, no valió un duro. Manso, descastado y deslucido, apenas permitió lucimiento. Aun así, Morenito de Aranda dejó algunos muletazos enganchados y sin continuidad. La espada no ayudó: dos pinchazos y una estocada caída ante un toro que caminaba sin clase.

Morenito estuvo valeroso en una dura pelea con el cuarto, violento y avispado por el pitón derecho, exigía firmeza. El torero burgalés cimentó la faena en la corta distancia, robando muletazos de mérito y exponiendo mucho. El toro no regaló una embestida; cada pase fue una conquista. El epílogo, torero y sentido, bajó la mano para dejar dos trincherillas de cartel. Tres pinchazos después, el toro se echó.

¡Qué extraordinario torero es Fortes! Al segundo, descastado y de embestidas a medias, no se le pudo torear mejor. Qué cadencia, qué suavidad, qué gusto, qué clase. Qué torería. La faena fue ganando altura por su pureza, por su verdad. Madrid vibró con los muletazos sentidos del malagueño. Una pena la espada: dos pinchazos y una estocada desprendida le arrebataron una oreja. Bien pudo haber dado la vuelta al ruedo.

Con el quinto firmó una obra rotunda. Desde la colocación hasta el último pase, todo tuvo mando, poder y clasicismo. Temple en cada trazo. Verdad sin adornos. Por el derecho dejó una serie poderosa, girando sobre los talones, con la mano baja y profundidad. Por naturales, cruzándose y citando con pureza, trazó muletazos hondos, de los que dejan huella. Hubo uno, excelso, cadencioso, que bien podría ser el natural de la feria. De nuevo, la espada malogró el premio: pinchazo y estocada trasera y atravesada. Criticar la carnicería que realizó Antonio Muñoz en varas, debe ser sancionado, esto no puede ser.

El tercero, mal presentado y desfondado, no le dio opciones a Adrián de Torres. En la muleta se vino abajo hasta rajarse sin disimulo, eliminando toda posibilidad de faena. El jienense despachó con un pinchazo y una estocada caída y trasera.

El sexto fue devuelto por salir visiblemente mermado de chiqueros. En su lugar saltó un sobrero de Castillejo de Huebra, sin fuerzas ni presencia. Adrián de Torres se eternizó con una faena sin alma, que terminó por desesperar al público. Aunque dejó algunos muletazos de mérito, la falta de transmisión y contenido convirtió la faena en un trámite tedioso. Culminó con dos pinchazos y media estocada.

LA RESEÑA

Plaza de Toros de Las Ventas, Madrid. 11ª de abono. ¾ de plaza.

Toros de Araúz de Robles 🔴⚪: desiguales en presencia. El primero, tosco y sin brillo; el segundo, dubitativo y contenido; el tercero, manso y falto de chispa; el cuarto, movido, pero sin entrega ni orden; el quinto, siempre amagando, se mostró reservado; y Castillejo de Huebra 🟢🔴(6ºbis): afligido y sin fuerzas.

Morenito de Aranda (azul soraya y oro), silencio tras dos avisos y silencio tras aviso.

Fortes (rosa y oro), ovación y vuelta al ruedo tras aviso.

Adrián de Torres (rosa palo y oro), silencio tras aviso y silencio tras aviso.

Incidencias: Iván García saludó tras parear al cuarto.